Por Eyanir Chinea y Antony Pinedo
Tras la euforia que disfrutó la industria fintech y que tocó cénit en 2021, ahora los fundadores están en la búsqueda de nuevas vías –y formas– de financiamiento, que les permitan mantener sus márgenes de rentabilidad y maniobra, sin verse limitados por condiciones demasiado costosas en el largo plazo. Y en medio, las fintechs dedicadas al crédito –que representan la mayor parte del ecosistema regional y requieren la mayor cantidad de recursos para fondear sus préstamos– han sido especialmente trastocadas por esta realidad.
Por ejemplo, para la mitad de las fintechs de lending en Colombia recolectar financiamiento ha sido el mayor reto identificado en el último año, de acuerdo con el Radar de Finnovista. Para contextualizar, en 2021, la inversión de venture capital alcanzó unos US$ 16.000 millones de dólares, con grandes firmas globales como Softbank o Tiger firmando cheques de hasta US$ 400 millones. Pero a ese rápido crecimiento le siguió una caída que parece haberse estabilizado en 2023 (US$ 4.000 millones de dólares), cuando se alcanzaron niveles prepandemia, según la Asociación Latinoamericana de Capital de Riesgo & Capital Privado (LAVCA, por sus siglas en inglés).
Además, el venture debt, que vino a llenar parte de demanda, se concentró en un bajo número de startups: el 71% de la deuda se captó en tan solo 5 rondas de financiación.
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