Por: Ivis Aguilera y Eyanir Chinea
En medio del desafío global del cambio climático, Colombia emitió una guía de sostenibilidad para el sector financiero, procurando motivar a las instituciones a invertir en proyectos con valor ambiental. Pero a casi dos años de su presentación, la Taxonomía Verde enfrenta cuestionamientos, que abren el debate sobre el verdadero rol de los bancos y fintechs –colombianos y regionales– en la compensación de la huella de carbono.
La taxonomía es una clasificación de las actividades y activos que el gobierno considera “verdes”, es decir, que contribuyen a cumplir los objetivos ambientales del país, con el fin de que se les identifique mejor y logren captar mayores recursos. También, es parte de una tendencia regional que lleva a un creciente número de reguladores a definir rutas claras —aunque voluntarias— para que el sector financiero se involucre en acciones sustentables, como la colocación de fondos en mercados de bonos verdes, préstamos productivos limpios y créditos de carbonos.
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