La personalización de los productos financieros para el mercado de las mujeres ofrece una oportunidad de negocio rentable y recurrente para bancos y fintechs, mientras que también representa una vía para superar desafíos de inclusión de género en el acceso al crédito.
La mayoría de las instituciones financieras de Latinoamérica y El Caribe (el 77%) afirma que tiene una estrategia destinada a la mujer o que está considerando desarrollarla, según un estudio reciente de BID Invest, el brazo inversor del organismo financiero internacional. Esto sugiere que la industria reconoce el valor de este público y tiene la intención de capitalizarla: el modelo calcula ingresos anuales potenciales para las instituciones de unos US$ 1.870 millones en México o US$ 756 millones en Perú.
Sin embargo, viendo los datos más de cerca, solo un tercio de los bancos comerciales cuenta actualmente con una estrategia focalizada en este grupo, mientras que un 40% adicional afirma que está considerando desarrollarla. También, los números reflejan que las fintechs consideran más el potencial de este mercado para aumentar clientes.
Es en esta intersección donde las fintechs Quipu de Colombia y Tappoyo de Perú han colocado sus propuestas.
“Las mujeres tienen otro comportamiento de pago, otro nivel de responsabilidad, más dedicadas. Muchas veces tienen un negocio para poder apoyar a su familia. Por eso creo que es necesario hacerles un producto a la medida, que les ayude a crecer”, resalta Mercedes Bidart, cofundadora y CEO de Quipu. Bidart también forma parte de Las Disruptoras, la comunidad de mujeres que iupana reconoce anualmente por sus logros en innovación.
Añade que su algoritmo de microcrédito tiene un enfoque de género, lo que ayuda a personalizar el producto para emprendedoras, desde los US$ 130 a los US$ 250.
Por su parte, la peruana Tappoyo inició recientemente sus planes de expansión a Colombia, al identificar condiciones similares de acceso al financiamiento para mujeres en ambos países. La empresa reduce sus riesgos con un modelo de préstamos grupales de 8 integrantes que reciben alrededor de US$ 240 cada una. Además, tiene un motor propio de perfil crediticio y una red de mujeres aliadas, que se encarga de informar sobre los microcréditos y agrupar a las solicitantes.
«En lo que somos muy buenos es en la evaluación y la gestión de la cobranza. Y esa misma metodología es la que se va a trabajar en Colombia”, afirma a iupana Fiorella Contreras, cofundadora y CEO de Tappoyo.
“Esto es para asegurar a nuestras prestatarias tener de su lado una muy buena atención […]. Y del lado de nuestros inversionistas, asegurar sus fondos. También para que puedan generar impacto”, concluyó la CEO.