La vertical financiera de Rappi avanza a distintas velocidades en los países de América Latina donde tiene apuestas, debido, en gran medida, a la relación con sus socios bancarios y a un cambio de estrategia que está priorizando a los mercados más rentables.
La plataforma de última milla apostó desde 2019 por construir sociedades con entidades tradicionales, con el objetivo de convertirse en la primera súperapp latinoamericana con oferta de productos financieros: Rappi aportaría su conocimiento tecnológico y su poder de marca y los bancos su solidez y saber hacer financiero, en un ejercicio de innovación basado en la experiencia china de WeChat.
Pero, a todas luces, el ambicioso plan ha mostrado resultados disímiles: el cierre de su cuenta de ahorros en México en febrero y el fin en Perú de la RappiCard emitida junto a Interbank el año pasado, dan señales de que el unicornio está destilando su oferta para concentrase en productos con rédito inmediato y –en la mayoría de los casos– sin dependencia de socios.
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