Por Roberta Prescott y Antony Pinedo
Fintechs de la región están creando modelos de negocio orientados en nichos cada vez más específicos, en un movimiento que denota la creciente madurez de la industria, que tiende a la especialización. Es el caso de empresas como Mattilda de México y Educbank de Brasil, enfocadas en la digitalización de las finanzas de instituciones educativas.
Esta estrategia de foco permite a las empresas apalancar su conocimiento tecnológico para resolver puntos de dolor en sectores tradicionales con mucha fricción, como la cobranza de matrículas escolares y el financiamiento para instituciones.
También es reflejo de una nueva tendencia del mercado: si bien hace unos años el interés de los fundadores (e inversionistas) estaba puesto en soluciones que bancarizaran a públicos masivos, a medida que crece la competencia, las empresas se decantan por buscar clientes empresariales en segmentos específicos, que vengan con usuarios finales asegurados.
Oportunidad en el nicho educativo
Danilo Costa, fundador de Educbank en Brasil, destaca que el acceso a financiamiento para instituciones educativas es limitado, porque las entidades tradicionales las consideran parte de un sector volátil. “Las escuelas tienen el problema de no lograr acceder a capital, ni por medio de una línea de desarrollo, ni de crédito dedicado a la educación básica”, dice en entrevista con iupana.
Como exfundador de una red de colegios, Costa está familiarizado con la fricción que sufren. Por ejemplo, explica que las leyes impiden que una escuela pueda expulsar a un estudiante que está en impago, ni se suelen cerrar escuelas por deudas durante el curso del año.
Buscando rodear este obstáculo, Educbank desarrolló un modelo de riesgo que utiliza el machine learning para procesar una amplia gama de variables operativas, académicas e institucionales de las escuelas. La plataforma puede establecer un puntaje con el objetivo de correlacionar desde el nivel de aprendizaje de los estudiantes, hasta la calidad operativa de la escuela y el valor de sus tarifas mensuales.
Su oferta incluye medios de pago y financiamiento, además de subsidiar tecnologías como sistemas de gestión (ERP) y aprendizaje (LMS), consultoría contable y de marketing. La fintech dice que registra un crecimiento promedio de 20% mensual y que el reto ahora es alcanzar un 25% del sector, o 10.000 escuelas, un salto en comparación con los 300 colegios de hoy.
Este auge de innovación para el sector educativo ha generado interés también en los inversionistas. De hecho, fondos como Kamay Ventures han dicho que sus principales tesis de inversión están en fintechs que lleven soluciones a pequeñas y medianas empresas para digitalizar pagos o crédito.
En esa línea, Educbank levantó en agosto más de US$ 14 millones (R$ 70 millones) en una colocación de obligaciones (debentures) asegurados con mensualidades educativas, en una operación coordinada por Itaú BBA. Y el año pasado cerró una serie A por más de US$ 41 millones (R$ 200 millones) liderada por la plataforma educativa Vasta.
“La captación será usada para crecer el producto core, llamado ‘inadimplência zero’ (incumplimiento cero)”, añade Caio Noronha, cofundador de la empresa. El producto asegura a la escuela el pago del 100% de la matrícula al comienzo de cada mes, incluso si hay retrasos o incumplimiento de los alumnos. Si alguien se demora, Educbank adelanta el monto total para que la escuela tenga dinero en la caja para todo el año.
Noronha adelanta que, con miras al 2024, quieren aumentar su actividad de financiación y volver a salir al mercado. “Hoy, hay mucha demanda”.
Y su socio complementa: “los próximos 12 meses deberíamos recaudar R$ 400 millones (US$ 77 millones) para financiar este ambicioso plan. Una parte ya está cubierta con el debenture de R$ 70 millones y el resto vendrá con una ronda serie B, que debería darse en el segundo semestre”.
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Levantando capital para financiar colegios
Otra edufintech que recibió financiamiento recientemente es la mexicana Mattilda, que levantó en julio US$ 19 millones en serie A, liderada por GSV Ventures y cuenta con una línea de deuda de hasta US$ 10 millones habilitada por el fondo mexicano Addem Capital.
“Tercerizamos de punta a punta la cobranza mensual a las instituciones y lo hacemos en un esquema en el que adelantamos el dinero”, dice a iupana José Agote, CEO y cofundador de Mattilda.
La fintech que atiende a colegios y universidades, administra el cobro de más de 35.000 estudiantes en aproximadamente 65 instituciones, usando factoraje.
Por lo general, los colegios, explica Agote, no logran cobrar el 100% de sus mensualidades, por lo que la fintech, usando los históricos de recolección de las instituciones, determina el porcentaje de cobro real y, sobre eso, realizan los adelantos, a cambio de una comisión.
“En base a esos 95% [recolectados en la cobranza] establecemos un precio, porque adelantamos las colegiaturas. Es una compra en un esquema de factoraje”, detalla.
Por lo general, las escuelas en la región carecen de sistemas automatizados para sus gestiones de cobranza. Muchas de ellas llevan procedimientos manuales que absorben horas, siendo el área de economía una de las más críticas para los colegios.
En línea con esto, han acelerado su producto de crédito para las instituciones, al ver la demanda. El conocer el movimiento de los ingresos por matrículas, les da oportunidad de recolectar data para entregar préstamos a sus clientes.
Agote coincide con sus colegas brasileños al decir que las escuelas la tienen difícil para obtener financiamiento, incluso si colocan como garantía sus inmuebles.
“Para los bancos son inmuebles de difícil ejecución”, dice. “Ningún banco quiere aparecer en la portada del periódico con: ‘Banco X ejecuta inmueble. Hay mil alumnos que no tienen dónde estudiar’”.