Con el objetivo de impedir que los pagos digitales queden en manos del sector descentralizado, los emisores se encuentran trabajando a mayor velocidad en sus propias monedas digitales (CBDC), según reveló esta semana una encuesta del Banco de Pagos Internacionales (BPI).
Se estima que para 2030 al menos 24 bancos centrales pongan en circulación sus CBDC, de acuerdo al estudio realizado entre octubre y diciembre de 2022, y donde se entrevistaron a 86 emisores. La cantidad de bancos centrales que está trabajando de alguna forma en monedas digitales aumentó a 93% y los mayores avances se registran en los pagos minoristas, agrega el sondeo.
En el caso de Latinoamérica, los tokens pueden ofrecer ventajas: “como la reducción de costos en la emisión y circulación de dinero, mejorar la inclusión financiera […] y la facilitación de pagos internacionales más rápidos y económicos”, resaltó a iupana Sebastian Camiser, consultor en negocios digitales en Argentina.
Asimismo, el especialista anota que en un contexto de economía cada vez más digital, los organismos deben actualizar su rol como reguladores de la estabilidad financiera. “Al desarrollar sus propias monedas digitales, los bancos centrales podrían mantener el control sobre la política monetaria y la estabilidad del sistema financiero”.
Dentro de los casos que muestran mayores avances se ubican el de Brasil, donde se planea su lanzamiento para el próximo año, al igual que en India. Asimismo, el Banco Central Europeo empezará su programa piloto de euro digital con un posible lanzamiento en 2028.
No obstante, los desafíos que se ponen sobre el campo de juego con esta nueva tendencia varían. De acuerdo con Camiser, aún resta determinar aspectos sobre el diseño conceptual de estos activos virtuales relacionados a su privacidad y seguridad, grado de vulneración ante ataques cibernéticos y cómo se abordará la regulación de los instrumentos.
