Cuando una fintech desea escalar su negocio, las tarjetas de crédito sirven como un peldaño para apoyarse; sin embargo, cuando proceden a la ejecución, descubren que es un despliegue complejo, que requiere de grandes inversiones y tecnologías potentes.
Por lo general, la tarjeta prepaga es el producto financiero que muchas fintechs prefieren para entrar al mercado, por varias razones: la exigencia tecnológica es básica, requieren menos capital para ser desplegadas, los usuarios fondean sus propias cuentas y permiten diseñar estrategias de marketing atractivas bajo premisas como “cero comisiones” o “cero mantenimientos”.
No obstante, este modelo de negocio tiene un crecimiento lento.
“Las soluciones de crédito para cualquier entidad financiera son las más rentables y las que generan mayor ingreso”, comenta a iupana Kevin Fox, vicepresidente ejecutivo y jefe de ventas globales de i2c, empresa global de tecnologías de pagos y tarjetas.
Luego de salir al mercado y captar sus primeros clientes con prepago, las fintechs “necesitan ver cómo pueden agregar más valor a su portafolio; cómo pueden maximizar, diferenciar, diversificar su oferta para ser más competitivos”, añade el ejecutivo.
Por ejemplo, i2c está trabajando en el despliegue de una tarjeta American Express para la fintech mexicana Credijusto, que está expandiendo su oferta para convertirse en un “banco universal” para pequeñas y medianas empresas. En este sentido, contar con un plástico dirigido a las pymes es indispensable para su estrategia de crecimiento.
El ABC del crédito
Para ofrecer productos de crédito, las startups deben contar con los recursos para fondear las operaciones, establecer los criterios de aprobación del financiamiento y tener el soporte tecnológico para sincronizar las transacciones, en una infraestructura digital robusta.
En cuanto al apartado de los recursos, parecen estar fluyendo. Este año las inversiones en el sector fintech han roto máximos históricos: en el primer semestre del año la región captó unos US$ 7.600 millones, según datos de Latam Fintech Hub. Y según la firma de consultoría KoreFusion, las fintechs de pago, préstamos y los neobancos están captando la mayor parte de los recursos.
El siguiente paso es elegir un aliado tecnológico que contribuya en la diversificación de los productos y su correcto funcionamiento, pero sin trastocar la identidad de marca de la fintech, que debe enfocarse en desarrollar una buena experiencia de usuario (UX).
Los clientes son reticentes a procesos lentos, inseguros y bugs constantes. El desembarco en el mercado (time to market) también debe ser rápido y certero, para lograr competir en un ecosistema cada vez más caliente.
“Cuando buscas alguna solución de crédito, te enfrentas con un mundo muy tradicional que tiene poca flexibilidad”, afirma Fox de i2c, plataforma que es capaz de habilitar créditos en cualquier moneda, incluso criptoactivos.
La empresa se adapta a los requerimientos de los emprendimientos, pues habilita módulos configurables que facilitan la colocación de productos de crédito en manos de los clientes finales. Esta herramienta no rompe la interfaz desarrollada por la fintech, al contrario, se mimetiza en las aplicaciones, reduciendo la fricción y mejorando la experiencia del usuario.
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La tecnología es la clave para los créditos
Queda establecido que la habilitación, el procesamiento, la gestión y el manejo de las cuentas de crédito son procesos complejos, pero que la tecnología puede ayudar a apresurarlos. Plataformas ágiles de microservicios, basadas en APIs, tienen un papel aquí.
En este caso i2c ofrece un sistema de “building block”, con tecnología robusta de procesamiento, adaptable a cualquier tipo de aplicación o página web.
«La información para la aplicación del crédito, el proceso de decisión para saber si lo vas a otorgar, el fondeo de la línea, presentarlo al cliente con una tarjeta virtual y luego un plástico, y manejar todos los movimientos de fondo y todos los requerimientos asociados, todo eso se consume a través de APIs”, cuenta Fox.
Asimismo, colocar créditos siempre presenta riesgos moratorios, por eso, la fintech debe tener claro sus criterios de aprobación y sostenerse en el socio tecnológico para gestionar y habilitar dichos criterios – y de ser el caso-, incluso entregar crédito en tiempo real.
Pero la tecnología sólo se adaptará al camino establecido por la fintech, que es la responsable de configurar el análisis crediticio.
“Diferentes ofertantes de soluciones de crédito tienen diferentes capacidades de establecer metodologías para poder hacer su análisis interno y determinar con quien sí, con quien no y determinar cuánto y cómo», complementa el gerente.
El aliado tecnológico debe asistir a la fintech en estos casos y hacer sencillo el amplio proceso de habilitar productos de crédito; sin embargo, Fox advierte que estas alternativas son reducidas en el mercado.
Los proveedores tecnológicos disminuyen pues aparecen más productos complementarios como alternativas buy now, pay later, líneas de crédito con cuotas, soluciones de lealtad y la habilitación de servicios de fraude, estas exigen que el proveedor tecnológico tenga capacidad de impulsar esta diversificación.
“Cuando hablamos de necesidades de crédito, las opciones de habilitadores se disminuyen y la razón es porque no es nada fácil”, apunta.
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