Días atrás, cuando transcendió que Silicon Valley Bank (SVB) estaba intentando cubrir un hoyo en sus activos, un torrente de mensajes en grupos de chat retrató las repercusiones de la caída de la institución: decenas de fintechs latinoamericanas estaban buscando –atropelladamente– nuevos bancos a dónde mover sus activos.
Los temores que se vivieron en ese precipitado fin de semana de entre el 9 y el 13 de marzo solo lograron ser calmados con la intervención de las autoridades estadounidenses que prometieron acceso a los depósitos para todos los cuentahabientes de la entidad, entre ellas más de 2.690 fintechs globales, según datos del SVB, revisados por CB Insights.
Si bien, la pronta actuación de los reguladores en Estados Unidos contuvo el contagio de la implosión de su decimosexto mayor prestamista, mientras que se asienta el ruido, el ecosistema de finanzas digitales latinoamericanas encuentra un panorama con menos capital, mayor riesgo reputacional y embrollos para mover fondos.
La caída del banco, que se perfilaba como un reflejo del éxito de las startups de tecnología, ha motivado que las alarmas de los organismos de control se activen, mientras que se espera que la inversión en el sector –que ya venía recortada– siga afectada, coincidieron una docena de personas con conocimiento directo del tema entrevistadas por iupana.
“El canal de inversión para la región se cerrará un poco más”, resume Gustavo Gawryszewski, fundador de Moner, una fintech de cobranzas automatizadas en Brasil. “Es un tema bastante significativo: ha aumentado la aversión al riesgo y los mercados emergentes tradicionalmente van a perder”, advierte.
Esto deriva en mayor inestabilidad para las fintechs que mueven dinero constantemente, como las empresas de crédito o de liquidación de pagos, y aquellas de reciente fundación, que requieren ingente capital fresco para mantener sus modelos de negocio andando, contratar personal o desarrollar tecnología.
“Sin duda, la mayor preocupación de las startups ahora tiene que ver con su liquidez y sus flujos de efectivo, recordando que estas empresas, que son de reciente creación o que están comenzando, viven de operar su modelo de negocio a través de estas inyecciones de liquidez del ecosistema de venture capital y que ahora pueden ver que esta liquidez se empieza a apretar”, agrega Juan Ortega, analista de finanzas digitales en México.
Fuentes relacionadas con el ecosistema consultadas por iupana coincidieron en que no esperan que todas las pequeñas fintechs de la región terminen el año en pie.
Esta situación, de alguna manera, replica lo ocurrido con el SVB. Altamente dependiente de la salud del ecosistema de tecnología, el banco empezó a perder depósitos cuando sus clientes apresuraron retiros ante un panorama de menores rondas de capital. La baja diversificación de la entidad la dejó expuesta a las decisiones de un grupo relativamente reducido de fondos de capital de riesgo, y de las empresas que habían recibido sus inversiones.
“El clima startup-VC está inestable. El venture capital está invirtiendo menos porque el riesgo está alto. No solamente es el episodio del SVB, eso simplemente es la guinda de la torta. El efectivo de las compañías se ve debilitado y, con esto, vamos viendo que los despidos están cada vez más intensos y queda poco para maniobrar”, explica Carlos Aravena, fundador de la edtech chilena Políglota, quien tenía sus fondos en el SVB y logró moverlos a entidades en Latinoamérica.
“Por eso es importante que las startups estén buscando rentabilidad y ventas a toda costa”, advierte.
Crisis para unos. Oportunidad para otros
Analistas del mercado coinciden en que los bancos latinoamericanos están lejos de sufrir el efecto de la crisis que amenaza en Estados Unidos y Europa. A inicios de marzo, Silvergate, un banco enfocado en la industria cripto, anunció su bancarrota tras no superar el impacto de la caída de FTX, con quien tuvo una relación estrecha. Le siguió el criptobanco Signature. Y pocos días después, SVB fue cerrado tras una corrida bancaria que derivó en una intervención gubernamental.
Aún a inicios de esta semana la inestabilidad se mantuvo, esta vez por la compra billonaria y apresurada para reflotar a Credit Suisse en Europa por parte del UBS.
“La mayoría de los sistemas bancarios de la región se concentran en bancos grandes, sólidos y altamente diversificados. En consecuencia, la concentración por segmento hacia una sola industria es relativamente limitada, lo que ayuda a proteger los sistemas bancarios en América Latina”, explica Marianna Waltz, managing director de Moody’s en una nota al mercado. “Además de una estricta regulación de riesgo de mercado en América Latina, los bancos de la región han enfrentado con frecuencia períodos prolongados de altas tasas de interés e inflación, lo que ha ayudado a sus equipos de gestión a construir marcos sólidos para controlar los riesgos de mercado”, agrega.
En este contexto, los bancos grandes se están convirtiendo en el destino de los fondos de las fintechs.
“En Poliglota estamos realizando alianzas con los principales bancos de México, Chile, Colombia y Perú”, confirma el fundador de la startup que forma parte de la aceleradora Y Combinator.
La incubadora fue uno de los primeros en solicitar al Gobierno estadounidense que rescatara al banco californiano, donde 30% de sus empresas tenían exposición. Su petición en Twitter también fue firmada por unos 600 fundadores y CEOs de empresas.
“Estamos viendo un movimiento muy grande de capital”, dice Gawryszewski de Moner, quien agrega que fintechs estadounidenses creadas para dar servicios financieros a otras startups como Mercury Bank y Brex se están viendo beneficiados por el cambio.
“Pero creo que, en realidad, el gran movimiento de migración lo están teniendo los grandes bancos. Creo que estos van a ser los ganadores, porque si tuviéramos un rescate real, no debemos tener la más mínima duda de que el Gobierno no abandonaría para irse a la quiebra a alguno de los principales bancos de Estados Unidos”, destaca.
Un ejemplo de la ganancia de los bancos tradicionales está en cómo la filial en Reino Unido de Silicon Valley Bank, con un capital tangible de GBP$ 1.400 millones, fue absorbida inmediatamente por el HSBC con un costo de una libra.
“Se mantiene que la banca tradicional se hace más grande, se come los chiquitos que quiebran y así surgen ramas nuevas en sus negocios”, agrega Ortega.
Lecciones de una quiebra
Efectivamente, en los mensajes de grupo con fundadores e involucrados a la industria vistos por iupana lo que más destacó era la búsqueda de bancos para mover los fondos. Luego, un silencio dominó el espectro que, durante ese fin de semana, trataba de descifrar cómo pagaría nóminas la quincena. El alivio llegó el lunes tras el discurso del presidente Joe Biden, quien aseguró que “todos” los depositantes recibirían sus fondos.
“La verdad, ha sido un respiro esa noticia”, dijo una asesora de comunicación que tiene fondos de inversión mexicanos entre sus clientes, quienes a su vez tenían en su portafolio fintechs con exposición a SVB y que pidieron no ser identificados.
El Silicon Valley Bank también tenía capital colocado en América Latina, a través de un fondo de unos US$ 30 millones en alianza con el brazo inversor del Banco Interamericano de Desarrollo. “En lo que concierne las noticias sobre Silicon Valley Bank, el impacto ha sido mínimo y no prevemos que afecte las inversiones del fondo”, dijo el BID Invest en un comentario a iupana.
A pesar de que las repercusiones hacia la región no han sido directas, expertos resaltan la importancia de revisar las reglas de un ecosistema altamente interconectado, mientras esperan que los reguladores aprieten la regulación en un sector que tradicionalmente ha argumentado que un excesivo control oficial puede demorar la innovación.
“Kueski sí tenía parte del capital en el Silicon Valley Bank. Pero no nos afectó de ninguna manera la operación”, dice a iupana Fausto Ibarra, director de producto de Kueski, el unicornio mexicano de pagos y BNPL.
“Afortunadamente tenemos una diversificación en cuanto a los bancos en donde tenemos guardado nuestro capital y nuestras operaciones están totalmente en México: todos los préstamos que damos son en México, para consumidores mexicanos”, explica. “La parte de nuestro capital que teníamos ahí, sí que tuvimos acceso”, dice. “Recuperamos el 100% de nuestros fondos”.
Pero no todas las fintechs que eran clientes del SVB tenían sus depósitos en varias instituciones. Y ese fue parte del problema y una de las banderas rojas que emergió con la quiebra. La entidad firmó acuerdos de exclusividad con algunas empresas, que debían tenerlo como su principal proveedor de servicios financieros, mostraron documentos de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC), revisados por CNBC.
Y de acuerdo con el banco, sus clientes representaban el 71% de las fintechs que habían realizado IPOs (ofertas públicas de venta) desde 2020.
Ahora, los organismos de control en Estados Unidos han prometido acciones.
“Y todos los reguladores del mundo de alguna manera están conectados”, recuerda Álvaro Castro, director de Sumara Hub, un estudio legal especializado en fintech en Perú.
“Lo primero que hay que entender es que el riesgo está presente siempre. Conceptualmente, hasta los bonos del tesoro americano son riesgosos, de bajo riesgo, pero riesgosos”, agrega Castro.
Estos comentarios hacen recordar la petición de Greg Becker, CEO de SVB, quien el 8 de marzo aseguró a sus cuentahabientes que la “gran mayoría de sus activos eran de alta calidad, emitidos por el gobierno y agencias, y créditos con bajas pérdidas”, en una carta a clientes que tenía la intención de mitigar las preocupaciones, pero que logró lo contrario.
“Es verdad, la regulación y la supervisión, reducen el riesgo. Los requerimientos patrimoniales, las herramientas prudenciales ayudan, pero no lo eliminan”, dice Castro. “Como en toda inversión, hay que diversificar”.