En la última década el número global de aplicaciones de economía colaborativa se multiplicó por diez, impulsando también el avance de los créditos para los repartidores, conductores y usuarios que forman parte de este fenómeno.
Históricamente, los trabajadores por cuenta propia han tenido acceso limitado al sistema financiero tradicional, porque a menudo no pueden comprobar un flujo constante de ingresos, aunque efectivamente lo tengan. En parte por eso las empresas financieras como bancos, fintechs y las tecnológicas, se están moviendo para convertir sus datos en medios para predecir el comportamiento de sus usuarios.
“Los sistemas de evaluación financiera adaptados a nuevos modelos de generación de ganancias flexibles, son fundamentales para la democratización financiera”, señala Uber en un comunicado a iupana.
En promedio recibieron 700 solicitudes mensuales en el último trimestre del 2021. “Semanalmente hay solicitudes de los socios conductores, de manera consistente”, asegura Uber.
En esta línea, Didi lanzó en octubre de 2021 Didi Préstamos en México. La plataforma ofrece créditos a conductores y usuarios de hasta US$ 1.450 aproximadamente. La permanencia y el uso de la app Didi resulta un factor determinante para acceder a la solicitud de préstamos.
“Solo recibirán la invitación los usuarios con mayor tiempo y frecuencia usando la app, con la intención de garantizar un mejor servicio. Gradualmente lo extenderemos a todos nuestros usuarios”, explica Jordi Cueto-Felgueroso, gerente de relaciones públicas de Didi en ese país.
El directivo prefirió no compartir los resultados de las colocaciones, pero previó que esperan “un crecimiento importante”.
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Gig economy y embedded finance
Aunque el debate sobre las condiciones laborales de la economía colaborativa sigue vigente, con países como Perú, donde avanza un proyecto para regular el servicio de taxi por aplicativo, o Colombia, donde el legislativo descartó una propuesta similar la semana pasada, lo cierto es que la percepción en cualquier ciudad de América Latina es que hay más repartidores -y las cifras lo confirman-.
Rappi tenía a principios del 2020 unos 30 mil repartidores y a mediados del 2021 contaba con más de 50 mil, solo en México. Y, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Chile contaba con un aproximado de 600 mil repartidores y conductores de aplicación en el primer semestre del 2020.
Esto ha llevado a la industria –incumbentes y disruptores- a idear maneras de llegarle a este mercado, muchas veces a través de alianzas de open o emdedded finance.
Uber está dirigiendo a sus conductores mejores rankeados a Mibanco, el brazo de microfinanzas del peruano Credicorp, para que inicien su solicitud de crédito. En un ejemplo de finanzas abiertas, los conductores usan sus credenciales de la app (usuario y contraseña) para ingresar al portal del banco, que de esa manera puede acceder al historial de manejo del socio conductor.
Y la tendencia podría no detenerse en usuarios y colaboradores.
“Creemos que las pymes ya no van a ir a un banco a pedir un préstamo sino que van a recibir una oferta de préstamo a través de Pedidos Ya, a través de Rappi o a través de Clip. Estamos transformando las plataformas de Latinoamérica en proveedores financieros”, afirma Roger Larach, CEO de R2, empresa dedicada al embedded lending con operaciones en México, Colombia y Ecuador.
Con su tecnología crean infraestructura para que aplicaciones de terceros puedan analizar y ofrecer préstamos a pequeñas y medianas empresas con data.
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La data alternativa versus burós de crédito
En este contexto, la tendencia indica que la demanda de financiamiento dentro de la economía de las plataformas seguirá creciendo y arrojando tasas de moratoria bajas.
En Colombia, las solicitudes a la fintech Ábaco Latam se quintuplicaron en 2021. Y en Chile, Lana, otra fintech enfocada a los gig workers, entregó unos 10 mil préstamos con un promedio de US$ 600 el año pasado, cuando lanzó el producto.
Los impagos de Ábaco fueron del 2%, con una tasa de aprobación de 30%, según Victoria Blanco, cofundadora y CEO de la fintech B2B que provee software de calificación crediticia para trabajadores independientes.
También, Lana calcula su tasa de moratoria en 3%, lo que revela el buen desempeño del segmento, con una aprobación del 50% de las solicitudes.
“La experiencia nos ha dicho que los trabajadores de app son bastante responsables con los pagos porque tienen muy pocas alternativas, entonces si fallan, se quedan con menos opciones”, dice Álvaro Jara, cofundador y CEO de Lana en Chile. También operan en México.
Por su parte, para Uils, una fintech argentina dedicada a los créditos para conductores de aplicación, la calificación de un buró de crédito no debe tener la última palabra a la hora de habilitar un préstamo, sentencia Tomás Costanzo, el CEO de la empresa.
La fintech consulta los burós "a nivel informativo, no a nivel vinculante”, precisa, mientras añade que “utilizamos el historial de manejo como score de crédito; es lo único a lo que prestamos atención al momento de prestarles plata”.
Uils ha desarrollado un sistema de procesamiento de datos que analiza más de 200 variables, como el tiempo que tiene un conductor registrado en la app, información de cada viaje, la hora que inicia a trabajar, el tiempo entre un viaje y otro, la calificación de los pasajeros y hasta cuántos cobros realiza el conductor en efectivo y tarjeta.
En el mismo sentido, Jara apunta que si bien durante el proceso de habilitación de créditos consultan con burós como el chileno Directorio de Información Comercial (Dicom), si un trabajador de plataformas digitales tiene una mala calificación, no es determinante.
Lana además tiene una cuenta digital y sobre este producto se sostiene su oferta de créditos a gig workers, ya que para aprobar préstamos exige que el trabajador deposite en esta cuenta los ingresos generados a través de la aplicación. Además, verifican los datos del usuario y la antigüedad que tiene trabajando en la plataforma.
"Vamos analizando en función de lo crítico de la deuda, utilizando una especie de semáforo amarillo o rojo dependiendo de la gravedad o el tamaño de la deuda”, explica.